Si el calor de febrero en Buenos Aires ya te tiene buscando sombra y un mate fresco, dejame que te tire una propuesta distinta: Renée Ruffinengo llega desde Rosario con su nuevo disco, Infusión, y te juro que no se enfría ni con el aire del Riachuelo. Este viaje de 50 minutos es como esa taza humeante que te abraza en una tarde gris, pero con un twist: lleva el fuego eterno de una artista que no se cansa de ponerle el cuerpo y el alma a lo que hace. Disponible entero en YouTube como un Full Video Album —una joyita audiovisual para mirar con los ojos bien abiertos— y también en las plataformas de siempre, Infusión es un mimo al oído y un guiño a la paciencia bien entendida.
Renée, pianista, cantante y compositora con manos de orfebre, te invita a sentarte y saborear. No es un disco para escuchar corriendo al subte o mientras mandás audios al grupo de amigos. Acá hay que bajar un cambio, porque cada uno de los 13 temas destila una calidez handmade que no se negocia. El piano, su compañero inseparable, teje una red entre canciones que van desde la introspección pura hasta estallidos pop que te hacen mover los hombros sin darte cuenta. Es su sonido, uno que esperó el tiempo justo para salir del horno y que ahora, gracias al calor de quien lo escucha, no pierde temperatura.
Un recorrido para todos los gustos
Si sos de los que buscan algo más experimental, “Venus en Libra” te va a volar la peluca: un instrumental que muestra otra cara de Renée, la astróloga que sabe leer las estrellas y traducirlas en notas. ¿Querés poesía? “Asunción de la poesía” trae un poema de María Elena Walsh que pega como piña al pecho, con una fuerza que te deja pensando. Los amantes de los gatos —sí, vos, que tenés mil fotos de tu michi en el celular— van a ronronear con “Persa Carey”, y para cerrar con todo, “Dharma Mudra” despliega un pop colorido y pegajoso que te dan ganas de poner en loop mientras caminás por Corrientes.El tema que le da nombre al álbum, “Infusión”, te mete de cabeza en una atmósfera reflexiva, como si estuvieras mirando por la ventana un día de lluvia. Esa vibra sigue en “Peregrina” y “Arcoiris”, donde Renée se pone íntima y te lleva de la mano por sus paisajes internos. Pero no te duermas, porque cuando arranca “Yo canto”, el pop se planta con actitud y te saca un “che, esto pega”. Después, “Amor de mis vidas” te envuelve con un bolero suave que es puro terciopelo, ideal para dedicarle a ese crush que no te sacás de la cabeza.
De Rosario al mundo, con amor
Renée Ruffinengo no es nueva en esto. Desde que largó su primer disco independiente en 2010, viene construyendo su camino con la paciencia de quien sabe que lo bueno lleva tiempo. Productora artística de su propia obra, esta rosarina transforma cada canción en un capítulo de una historia más grande. Infusión, su última creación, es una oda a lo sensible, a lo orgánico, a esos detalles que hacen que algo se sienta vivo. El formato audiovisual en YouTube es un plus: cada tema tiene su propio universo visual, como si fueran cortos de una peli que no te querés perder.
Para los pibes y pibas de Buenos Aires, este disco es una excusa perfecta para frenar la vorágine, ponerse los auris y dejarse llevar. Es música para escuchar con mates entre amigos, para mandar al grupo y decir “escuchen esto, loco, qué lindo”. Renée no solo te da un disco: te da una experiencia. Y vos, ¿ya te serviste tu Infusión? Dale play, que no se enfría.
Infusión, su última creación, es una oda a lo sensible, a lo orgánico, a esos detalles que hacen que algo se sienta vivo.