Un techno-pop rabioso, tierno y político nacido desde el caos argentino.
En Buenos Aires late un artista que decidió transformar la angustia política en catarsis bailable. Punk Tierno no viene a calmar las aguas: las agita con rabia, humor y dulzura en partes iguales. Su nuevo proyecto, titulado “Viva la vergüenza ajena carajo”, es el primero de una trilogía de EPs que desafía el cinismo instalado como normalidad. El lanzamiento, publicado el 12 de septiembre, es un grito de resistencia y a la vez una invitación a armar una comunidad sonora frente al caos.
Con influencias que van de Sophie, AG Cook, Horsegiirl, Namasenda y Danny L Harle, hasta ecos locales de Miranda! y la furia millennial de 100 gecs, Punk Tierno dibuja un universo sonoro que no entiende de límites. Hyperpop, techno y electropop se mezclan como cócteles de barrio: burbujeantes, impredecibles y con efectos secundarios. En ese terreno, cada track es un artefacto político que también funciona como himno para perderse en la pista.
“Viva la vergüenza ajena carajo” nace como respuesta visceral a un presente distópico. Punk Tierno lo dice sin vueltas: es un “grito ahogado” contra la persecución, la censura y la violencia. Desde un “Amargo Obrero” que retrata la rutina de un trabajador exhausto, hasta “Balas a balcón”, escrita tras una jornada de represión en Congreso, el EP funciona como una crónica íntima y colectiva. Entre la ternura de “Crédulo”, el manifiesto de “ART 14 BIS” y el techno corrosivo de “Ya de bebé”, se despliega un mapa emocional donde la bronca se convierte en ritmo.
Bailar sobre las tumbas de la Cordura, la Democracia y la Soberanía: esa es la propuesta de Punk Tierno en este Vol. 1. Y mientras espera que lleguen los Vol. 2 y Vol. 3 —si el estrés no mata antes—, la consigna ya está clara: no se trata solo de escuchar, sino de vibrar con furia y ternura en un mismo gesto. 🖤 “Viva la vergüenza ajena carajo” ya está disponible; el resto depende de vos: poner play, subir el volumen y dejar que la vergüenza ajena se convierta en baile.
En ese terreno, cada track es un artefacto político que también funciona como himno para perderse en la pista.