La historia de redención de un pueblo en lucha por su identidad, retratada por la mirada genial de Giuseppe Verdi en la obra que lo consagró para siempre.

Con dirección musical de César Tello, dirección escénica de Gabriel Villalba y un elenco estelar encabezado por Leonardo López Linares, María Castillo de Lima, Guadalupe Barrientos, Bruno Sciaini, Marcelo Reynes, Mariana Carnovali y Nicolás Sánchez.

Nabucco
NUEVA FUNCIÓN POR
LOCALIDADES AGOTADAS
Jueves 29 de agosto a las 20
Teatro Avenida – Av. de Mayo 1222 (CABA)
Entradas en venta a través de Ticketek desde $9040 y en la boletería del teatro
https://www.ticketek.com.ar/opera-nabucco/teatro-avenida

PREPARACIÓN Y DIRECCIÓN MUSICAL: CÉSAR TELLO
DIRECCIÓN DE ESCENA: GABRIEL VILLALBA
PRODUCCIÓN EJECUTIVA: JUAN CARLOS MONTAMANT / JUANMA FERNÁNDEZ ARIZA

PRODUCCIÓN GENERAL: CLÁSICA DEL SUR Y SOL PRODUCCIONES

Nabucco: LEONARDO LÓPEZ LINARES (Participación especial) /
MARCELO IGLESIAS REYNES
Abigail: MARÍA CASTILLO DE LIMA / MARIANA CARNOVALI
Zaccaria: BRUNO SCIANI
Fenena: GUADALUPE BARRIENTOS / MÓNICA KOGGIONIS
Ismael: NICOLÁS SÁNCHEZ
Sacerdote: IGUEL ÁNGEL GUALANO / AUGUSTO NUREÑA SANTI
Ana: LORENA SAYEGH / NATALIA VIVAS
Abdalo: MIGUEL ALBERTO BALEA / RAMIRO MORENO HUEYO

CORO ESTABLE DE CLÁSICA DEL SUR / DIR. MTRO. CÉSAR TELLO
CHORALE LYRIQUE DE BUENOS AIRES / DIR. SILVIA ALOY

Después de un estreno, el jueves 1° de agosto, a cargo de un reparto de lujo encabezado por Leonardo López Linares, María Castillo de Lima y Guadalupe Barrientos que respondió con creces a la expectativa de una sala con localidades agotadas desde varios días antes, el sábado 3 la sala colmada del Teatro Avenida estalló en una ovación interminable para recompensar la formidable tarea realizada por el elenco que tuvo a Marcelo Iglesias Reynes, Mariana Carnovali y Mónica Koggionis como protagonistas principales.

Junto a Reynes en el rol de Nabucco, a Carnovali como Abigail y a Koggionis en el papel de Fenena, brillaron Bruno Sciaini en la piel de Zaccaria y Nicolás Sánchez encarnando a un Ismael de notable despliegue, respaldados una vez más por la solidez del Coro Estable de Clásica del Sur, dirigido por César Tello, y el Corale Lyrique de Buenos Aires, al mando de Silvia Aloy.

Todos, bajo la precisa y entusiasta dirección orquestal de Tello y la exacta marcación actoral de Gabriel Villalba, y enmarcado en el magnífico trabajo escenográfico de Zacarías Gianni, que complementado por un preciso diseño lumínico exhibió sin sobrecargas una notable eficacia en la definición y creación de los distintos espacios y climas en los que se desarrolla la acción a lo largo de los cuatro actos de la obra del gran Giuseppe Verdi.

Segundo episodio de una celebración a lo grande de la primera década de la ComClásica del Sur, en una producción compartida con Sol Producciones y la producción ejecutiva de Juan Carlos Montamant y Juanma Fernández Ariza, que tuvo como broche de oro un Va, pensiero cantado por los artistas junto con el público, y que debido a su éxito tendrá dos nuevos capítulos, los próximos 24 (localidades ya agotadas) y 29 de agosto.

La Compañía Artística Clásica del Sur celebra su 10° aniversario con una nueva puesta en escena de Nabucco, la obra estrenada el 9 de marzo de 1842 en la Scala de Milán que consagró a Giuseppe Verdi y que se convirtió en símbolo de la lucha por la libertad y la identidad, con el coro Va, pensiero, considerado como uno de los coros más populares y conmovedores del género.

Agobiado por la trágica muerte de su esposa y sus dos hijos y atribulado por el rotundo fracaso de su segunda ópera, Un giorno di regno, el compositor italiano recibió de mala gana de manos del empresario Bartolomeo Merelli el libreto que Temistocle Solera había escrito basado en el texto de Anicete Bourgeois y Francis Cornue que con el Antiguo Testamento como fuente fundamental hacía foco en la historia de la conquista de Israel por Nabucodonosor y su tiranía feroz.

Cuenta el propio Verdi que con el manuscrito enrollado caminó hasta su casa, entró y lo arrojó sobre la mesa, “casi con rabia”. “Al caer, se abrió solo y, sin saber cómo, mi mirada cayó sobre la página abierta y leí lo siguiente: ‘Va pensiero, sull’ali dorate’ (‘Vuela, pensamiento’ con las alas doradas’)”.

Verdades más, verdades menos, así fue su encuentro con el texto que varios días más tarde llevó consigo a un nuevo encuentro con Merelli, con la intención explícita de devolvérselo. Sin embargo, el empresario tomó el libreto y lo puso en el bolsillo del abrigo de Verdi, a quién sacó de su oficina de un empujón antes de cerrarle la puerta en sus narices.

“Volví a casa con Nabucco en el bolsillo. Un día, un verso; al día siguiente otro verso; en otro momento, una frase, y poco a poco compuse la ópera”, dicen que dijo. El tiempo le daría la razón a Merelli, y la ópera daría inicio a una etapa de creatividad frugal del compositor, durante la cual compuso 17 óperas en apenas doce años.

Una ópera patriótica de alcance universal
Nabucco es, en definitiva, una tragedia lírica que a lo largo de sus cuatro partes nutridas de melodías, armonías y ritmos que contrastan la simpleza de su escritura con su innegable fuerza dramática cuenta la historia del pueblo de Israel y el destierro del pueblo hebreo a manos del Rey Nabucodonosor en el año 587 A.C. En ella se aprecia la opresión y persecución de los babilonios hacia un pueblo unido que clama la libertad y defiende su identidad frente al agresor extranjero.

Paradójicamente o no, al mismo tiempo que Verdi compuso la música para esta historia, invadida por el Imperio austríaco Italia padecía los mismos dolores que el pueblo judío. De ese modo, el relato del padecimiento que el pueblo de Israel vivió sometido al yugo de Babilonia reflejaba al mismo tiempo el sufrimiento del pueblo italiano silenciado por los austriacos.

Así, de manera casi inconsciente, el hombre nacido el 10 de octubre de 1813 en La Roncole había dado forma a su primera “ópera patriótica”, cuyo mensaje revolucionario fue lentamente impregnando el sentimiento de un pueblo que transformó la obra en una herramienta de acción política en una suerte de usina moral que alimentaría de manera decisiva su ambición por la libertad.