El grupo bielorruso de post-punk / synth-pop, Molchat Doma, publica hoy su nuevo álbum, Belaya Polosa, a través de Sacred Bones. El lanzamiento viene precedido de varios coonciertos, incluyendo una gira por el Reino Unido en octubre con una fecha en el Roundhouse de Londres.
Molchat Doma siempre ha exudado el tipo de estética brutalista y es la arquitectura que adorna el arte del álbum. Es fría, gris, imponente, industrial y, sin embargo, hay corazones humanos latiendo dentro de esos cimientos. Tras su gran éxito en 2020, el trío pasó por una serie de experiencias muy diversas: desde el punto más bajo de una vida desarraigada y un traslado forzoso lejos de su Minsk natal hasta la cima de encabezar conciertos multitudinarios por todo el mundo. Fue en este estado de ánimo cuando la banda se instaló en su nuevo hogar, Los Ángeles, para terminar de escribir su cuarto álbum, Belaya Polosa, un testimonio del cambio en tiempos difíciles, una carta de amor al pulso digital de los 90 y una reinvención en tecnicolor de los sombríos himnos de la banda para las pistas de baile.
En los cuatro años transcurridos desde su último álbum, Monument, hubo tantos cambios en las vidas del vocalista Egor Shkutko, el bajista / sintetizador, Pavel Kozlov y el principal compositor, productor y arreglista, Raman Kamahortsau, que era inevitable que se produjera una transformación en su música. “Todo el álbum es un prisma a través del cual intentamos reflejar lo que nos ha pasado,” dice la banda sobre su nuevo trabajo. Kamahortsau ha vuelto a encargarse de la producción, aunque el espectro sonoro de Belaya Polosa es notablemente diferente al de álbumes anteriores.
Desde la oleada inicial de sintetizadores y la palpitación de la caja de ritmos, está claro que Molchat Doma opera a otro nivel. La banda se hizo con un gran número de seguidores gracias a sus álbumes anteriores, que sonaban como piratas de tercera generación de grabaciones prohibidas del Bloque del Este realizadas después de que algunas de las principales entradas del catálogo de Factory Records se introdujeran de contrabando desde Occidente. Belaya Polosa los impulsa en una nueva dirección, pero conservando la frialdad minimalista por la que son conocidos. La suciedad de los sótanos y el sonido sucio de las cintas de sus trabajos anteriores dejan paso ahora al brillo digital y a unos valores de producción resplandecientes.
“Alejarse del sonido anterior de la banda era algo natural, dados los temas del álbum sobre el cambio y el alejamiento de un pasado problemático hacia un futuro incierto. Es una banda diferente,” dice un miembro de Molchat Doma cuando se le pregunta por los arreglos avanzados y los dulces timbres de Belaya Polosa. “Un sonido y un contexto diferentes, pero el mismo estilo y las mismas emociones.” Y en efecto, Molchat Doma conserva la dualidad de ser a la vez fríos y febriles en su entrega, al mismo tiempo que empujan su música hacia territorios ampliados a través de un arsenal de nuevas texturas. El trío sigue aprovechando el sonido de la belleza desgarradora que prospera bajo duras realidades.