La música y artista visual Kim Gordon lanza “I’m a Man,” el último tema de adelanto de su segundo álbum en solitario, The Collective (8 de marzo, Matador Records). Sobre un paisaje sonoro oscuro y agitado, Gordon reflexiona sobre el papel perdido de la “masculinidad tradicional” y el papel del capitalismo en su desaparición.
Hoy también se estrena un video evocador para “I’m a Man,” que sirve de acompañamiento visual perfecto para la letra expresiva y el sonido palpitante de la canción. Está protagonizado por Coco Gordon Moore y Conor Fay y dirigido por el cineasta Alex Ross Perry, conocido por escribir y dirigir las películas Listen Up Philip y Her Smell.
El mes pasado, Gordon lanzó el single principal del próximo álbum, “BYE BYE”, junto con un video protagonizado también por Coco Gordon Moore. Fue dirigido por la fotógrafa y cineasta Clara Balzary, con fotografía de Christopher Blauvelt.
The Collective:
Había un espacio en el álbum No Home de Kim Gordon. Puede que no fuera un hogar y puede que no fuera un álbum, pero creo recordar que había un espacio. Las avenidas, los dormitorios, los instrumentos se tocaban, se grababan, la voz y sus expresiones, abriéndose paso a través de los ritmos y los acordes, enhebrados en algún lugar compartido, nos encontrábamos allí, la guitarra también llegaba, caía un repique de platillos, impulsando la música. Escuchamos, dimos la espalda a los muros, nos deslizamos por la ciudad de noche. Las palabras de Kim Gordon en nuestros oídos, sus ojos, ella vio, ella sabía, ella recordaba, le gustaba. Nos movíamos a alguna parte. Sin registro de casa. Mudándonos.
Ahora estoy escuchando The Collective. Y estoy pensando, lo que se ha hecho a este espacio, cómo lo ha tratado, no es aquí de la misma manera, no del todo. Quiero decir, no del todo. En esta prueba, se astilló, brilló, se estrelló y se quemó. Aquí está oscuro. ¿Puedo amarte con los ojos abiertos? “It’s Dark Inside”. Acosado por voces sintetizadas sin cuerpo. Planos de proyecciones. Los espejos consiguen tu arma y el eco de una melodía conocida, entra liminal, pero nunca deja de rondar, parte de la atmósfera, desvaneciéndose dentro y fuera, como ella dice —Moliendo en los bordes. Moliéndonos a todos, moliéndonos. Hiriendo, raspando. Sedimentos, capas, de emisiones grabadas, minadas, retorcidas, refractadas. Eso hace la música. Esta geología resplandeciente, sin aire, agitada, extraída, gritos hechos en datos, rebotados por túneles subterráneos, llegando a nuestros oídos. Lo evocamos, pero no como un recuerdo, sino más bien como se recuerda un producto, cuando es defectuoso.
Canta “Shelf Warmer,” así que suena a vida útil, suena radiactivo, dentro de nuestras relaciones, chirriando, los ritmos parloteando, nerviosos, el dolor del amor en la tienda de regalos, ensamblado en retumbos huecos, en palmadas que rascan. Regalos no recíprocos, hay política de devoluciones. Pero —idea novedosa— Una mano y un beso. ¿Qué le parece? Disrupción. Yo diría que Kim Gordon está pensando en cómo es el pensamiento, ahora. Los artistas conceptuales hacen eso, hicieron eso. “I Don’t Miss My Mind”. El disco abre con una lista, pero la lista está bajo el título “BYE BYE.” La lista dice cardo mariano, cuidador de perros…. y mucho más. Se va. ¿Por qué está ansiosa la lista? ¿Qué tan divisivo es el rímel? Está en la lista. Estoy empacando, escuchando la lista. ¿Es mía o de ella.
Empezó a buscar imágenes detrás de sus ojos cerrados. Poniéndoles música. Pero necesito mantener los ojos abiertos mientras camino por las calles, con el ruido anulado por los audífonos embutidos en mis oídos. Tranquilo, consciente, tranquilo, consciente, me canturrean. ¿Qué puede estar pasando por la cabeza de Kim mientras pasa por la mía? —Escrito por la artista inglesa Josephine Pryde
Grabado en Los Ángeles, ciudad natal de Gordon, The Collective le sigue a su debut de larga duración de 2019, No Home Record, y continúa su colaboración con el productor Justin Raisen (Lil Yachty, John Cale, Yeah Yeah Yeahs, Charli XCX, Yves Tumor), con producción adicional de Anthony Paul Lopez. El álbum avanza en la construcción conjunta de su mundo, con el dub dañado y exagerado de Raisin y las construcciones de trap que sirven de contrapunto a los collages de palabras intuitivas y los mantras de Gordon, que conjuran la comunicación, la sublimación comercial y la sobrecarga sensorial.