Fue en la jornada final del FIMBA 2025, que además tuvo estrenos sinfónicos y de cámara, y una ovacionada presentación de Ligia Piro
Respaldada por un repertorio de grandes canciones, la cantante hizo de sus presentaciones de este domingo un elogio de la simpleza que tuvo una respuesta fantástica del público. Además, el Trepún Trío Percusión hizo gala de la originalidad de su propuesta y la murga La penúltima y nos vamos fue el broche de oro de una nueva edición de un encuentro con saldo notablemente positivo.
Como si se tratara de un artilugio tecnológico, de repente el Teatro La Baita quedó en un silencio absoluto, de esos que resuenan con fuerza cuando apenas un segundo antes todo había sido euforia y ovación. Parada al borde del escenario, bajo una luz tenue, sin micrófono ni instrumentos como intermediarios, Maggie Cullen expandió entonces su voz, bella y sin artificios, hasta la última butaca de la sala.
“Canto, canto… Tan débil soy que cantar es mi mano alzada. Y fuerte canto, canto… No sé más qué hacer en esta tierra incendiada, sino cantar”. O tocar.
Así, en esas palabras habitadas de Canto versos, de Jorge Fandermole, a las que el público se fue sumando de a poco en un susurro tímido, la cantante pareció resumir, involuntariamente, no sólo la idea que inspiró los dos shows con los que cerró este domingo la última jornada del FIMBA (Festival Internacional de Música de Bariloche) sino buena parte de la esencia misma del encuentro que desde 20129 ubica a la ciudad patagónica en la agenda musical argentina.
Elogio de la diversidad, el encuentro creado por Martín Fraile Milstein, director de la OFRN (Orquesta Filarmónica de Río Negro), y organizado por el Gobierno de la provincia de Río Negro logró, a lo largo de 25 conciertos desarrollados en cinco locaciones, ofrecer una vez más una generosa paleta de géneros y estilos que tuvieron intérpretes de lujo de un lado, y del otro un público que acompaña cada propuesta con dosis idénticas de interés y entusiasmo.
Bajo esas condiciones convivieron durante esta nueva edición la Cuarta Sinfonía de Sibelius con la música de la inclasificable Pascuala Ilabaca, la variada oferta de artistas locales de diferentes vertientes, el estreno de obras de cámara de compositores contemporáneos, la esencia cancionística de Chico César, el Piazzolla del ’74 según Escalandrum, los distintos ensambles de la Filarmónica provincial y el tango en la voz de Ariel Ardit, entre otras opciones.
El Teatro La Baita, la Catedral Nuestra Señora del Nahuel Huapi, el Puerto San Carlos, el Camping Musical Bariloche y el Teatro de la Biblioteca Sarmiento, como escenarios habituales del festival, completan un mapa que reconoce como una de sus virtudes la dimensión humana de los espacios, que ponen a los artistas en estrecho contacto con las audiencias.
Maggie Cullen: la simpleza a la conquista de Bariloche
Ese contacto es el que estableció Maggie Cullen con el público que colmó La Baita en sus dos presentaciones, con la simpleza como bandera. Acompañada por el notable Nacho Abad en el teclado y con un repertorio de grandes obras, la cantante tuvo un debut barilochense que inauguró un romance con sus seguidores locales con un futuro más que prometedor.
La zamba Yo busco un olvido, de Jorge Cafrune, primero, el precioso Gatito de la flores, de su propia pluma, después, abrieron el ida y vuelta que Cullen potenció invitando al baile hasta convertir por un rato el teatro en una peña. Enseguida, pasaron por la voz y el cuerpo de la artista el vals Flor de lino, la tonada La jardinera, la cueca Pisando nubes, de José Luis Aguirre…
Suficiente para entender que Maggie es lo que suena y se ve; con el bombo para hacer Alfonsina y el mar, junto al piano para repasar los versos de Cuando ya me empiece a quedar solo o a solas con su guitarra para conmover con El breve espacio en que no estás, de Pablo Milanés, y fogonear con la gente cantando juntos Muchacha (ojos de papel), es lo que es. No es necesario nada más.
Hay artistas que renuevan repertorios, otros que los actualizan, hay quienes releen y reinterpretan, y hay quienes no necesitan hacer nada de eso para que las canciones borren los años transcurridos desde que fueron escritas y vuelvan a sonar como si nunca antes hubieran sido cantadas. Cullen pertenece a esta última especie.
Para el final, un estreno recién salido del horno, Ay, carnaval, convocó al canto colectivo que se prolonga con Abrojito, de Nahuel Pennisi, como para confirmar que a 25 años del cambio de siglo, el folclore argentino goza de excelente salud. Entonces, como si se tratara de un artilugio tecnológico, de repente el Teatro La Baita quedó en un silencio absoluto, de esos que resuenan con fuerza cuando apenas un segundo antes todo había sido euforia y ovación. El resto… el resto ya fue contado.
Estrenos, raros sonidos nuevos y fin de fiesta con caras pintadas
Alguien podría decir que las cosas importantes del FIMBA son esas que suceden mientras están pasando cosas muy importantes en otro lugar. Inabarcable para uno solo, la programación de la última jornada del festival incluyó, en el marco de la presentación de la Camerata Juvenil Municipal y el Coro Juvenil Municipal en la Catedral, el estreno de Preludio y tonada, una obra para marimba y orquesta compuesta por Luis Chavez Chavez.
Además, bajo la dirección de Mario Videla, la Camerata entregó una festejada versión de Estancias, de Alberto Ginastera, para luego unir fuerzas con el cuerpo vocal par un repertorio con obras de Puccini, Faure y Karl Jenkins. Antes, en el inicio de la presentación, el coro fue del tradicional zulú Ukhuthukla a la Rogativa del loncomeo de Marcelo Berbel, pasando por oriental Señorita, de Tabaré Cardozo.
Algo más tarde, a unos 400 metros caminados con el paisaje de los picos que desde la mañana lucían un blanco nieve como fondo de pantalla, el Trepún Trío Percusión desplegó su decálogo percusivo en Atípica, una propuesta que con el tango como eje volvió a exhibir la notable musicalidad del combo de marimba, vibráfono y batería que comparten Facundo Catalán, Carla Jensen y Antonela Lardani.
Milonga por tres guita, del compositor bonaerense Carlos Paseri, con marimba a seis manos; Libertango y Escualo, de ya todos sabemos quién, con protagonismo compartido de la marimba a cuatro con el vibráfono; La depre, del no tan recordado Saúl Cosentino, y los eternos El choclo y Taquito militar, se fueron sucediendo mientras los integrantes del ensamble de la Filarmónica rionegrina, con el bajista Fausto Rufini como invitado, rotaban de instrumento en instrumento dejando una vez más en claro que la percusión es bastante más que una fuente de ritmos y ya. Preludio, además, de la presentación de la murga La penúltima y nos vamos, encargada de darle color y sonido al fin de fiesta.
Más estrenos y un encuentro íntimo con Ligia Piro en un paisaje soñado
Pincelado por el sol, en el último día de FIMBA 2025 el entorno del auditorio …. del Camping Musical Bariloche cambió sus tonos grises de la jornada anterior por verdes y azules profundos que renovaron su encanto. Puertas adentro, a refugio del frío, la alianza entre los ensambles Viento Sur y Ventisquero Negro abrió el juego con el estreno del concierto para violín y cuerdas Bajo la estrella, del argentino Alex Nante.
Basada en un poema de Jacobo Fitman, según explicó el compositor en la previa -otro privilegio para el público del festival, el de ver a los compositores ahí, al alcance de la mano-, la obra transita y refleja un estado de tensión entre la locura y la santidad que los músicos interpretaron y transmitieron con extrema expresividad y precisión, con Luis Salva como solista. Un privilegio para los músicos, también, el de poder preparar una obra en diálogo directo con su creador.
Como valor agregado, Lars Hoefs presentó fuera de programa Pampas, una obra de Lalo Schifrin ganadora del Premio Grammy en 2012, que el músico contó haber interpretado para el mismísimo compositor. Casi 10 minutos de chelo en solitario, transcurridos entre el silencio atento del público y el virtuosismo del chelista estadounidense que un par de jornadas antes había deslumbrado con su ejecución del Concierto N° 2 para chelo de Héitor Villa-Lobos.
El cierre del primer turno de la agenda del camping fue todo del Piltri Quinteto, otra de las 11 formaciones periféricas de la OFRN, que hace base en El Bolsón, y que a bordo del Quinteto en Do Mayor, D. 956, OP 163. de Franz Schubert transportó a la audiencia a otra dimensión, en la cual el silencio se convirtió en una especie de vacío en el que cada melodía, cada armonía, se expandían hasta impregnarlo todo.
Tres horas después, sería Ligia Piro la que llenaría con su voz cada espacio del auditorio, que aún desbordado de público fue continente de una ceremonia íntima celebrada entre la cantante, acompañada por Popi Spatocco en el teclado, y cada espectador. Un amoroso ida y vuelta respaldado por un repertorio que fue del jazz a la música brasileña pasando por el un exquisito cancionero argentino.

