El artista plástico GUIDO ÁLVAREZ presenta su colección de pinturas en la Exposición Bada – Buenos Aires Directo de Artista – Del 25 al 28 de agosto en la Rural

De un pequeño pueblo en Colombia a recorrer y vivir en distintos continentes, el multifacético artista plástico colombiano Guido Álvarez se presenta en sociedad con su colección de pinturas titulada
‘Wabi Sabi’

‘Wabi Sabi es un concepto japonés que describe una visión estética y una forma de vida que abarcan la belleza y la imperfección, el paso del tiempo y la sabiduría’, dice Guido.

El artista que, sin formación en escuelas de arte, descubrió su talento para la pintura a los 55 años, describe sus pinturas tan emocionales como estéticas, como un diálogo sostenido entre los detalles del realismo y la libertad de lo abstracto.

Cree en el poder del arte como medio de expresión sanadora, y gran parte de su inspiración proviene de su propia vivencia de una vida ligada al mundo espiritual.

De ahí es que sus cuadros representen imágenes -abstractas- de la trilogía ‘cuerpo / mente / espíritu’, por ejemplo.

Su colección incluye pinturas en acrílico de gran tamaño, en formato cuadrado y en originales bastidores circulares, de un metro y medio de diámetro aproximadamente.
También cuenta con láminas en tamaños reducidos donde vuelca su expresividad en forma abstracta con colores primarios y trazos de primera intención.

‘..Trabajo un estilo sencillo e intuitivo, caracterizado por la espontaneidad del Sumi-e Japonés y sus trazos únicos e irrepetibles. Yo lo llamo abstracción intuitiva, porque cada pincelada me lleva menos de un segundo y deja una huella única e irrepetible en el tiempo. De esto se trata: de buscar la expresión desde lo espontáneo, y mis obras son esa energía pura volcada en la pintura, con detalles impulsivos que se disuelven en una tormenta de movimiento, creando fuerza y dinamismo..’, dice Guido sobre su estilo e inspiración a la hora de plasmar su arte.

A la hora de describir su técnica, se puede decir que Guido utiliza mayormente espátula para crear la forma e integración de colores de una manera cautivadora, encontrando belleza en la familiaridad de lo cotidiano.

Tiene un estilo muy distintivo, guiado por la intuición y por su dedicación a la forma artística. “Me va bien con acrílicos y una tarjeta de crédito a modo de espátula, para mezclar el realismo y la abstracción al expresar mi emoción e interés con marcas, colores y texturas fuertes, e incluso contrastantes” dice.

“Vivo y disfruto con mayor plenitud del presente cuando estoy pintando que cuando hago cualquier otra cosa…”

En sus comienzos en la pintura, exploró las distintas técnicas milenarias del Sumi-e, Suminagashi y el Enso, adaptándolas a un tipo de arte espontáneo e intuitivo, con las que logró fluidez y su propio estilo teñido por la mencionada influencia oriental.

Hoy se encuentra experimentando nuevas técnicas y formas que le permiten expresar su mundo interior, sin las restricciones del lenguaje figurativo y escapando de las reglas que impone la realidad visual. Por lo que, en sus creaciones, el azar y la espontaneidad adquieren otra dimensión con una fluida inspiración del momento presente, obedeciendo las exigencias emotivas del Ser.

Se puede decir que tiene una pincelada expresiva y una moderación quebradiza combinando la influencia asiática con elementos de expresionismo.

SOBRE GUIDO ÁLVAREZ
Nació en Palmira, un pequeño pueblo de Colombia cercano a Cali, en una familia numerosa y de escasos recursos, por lo que a temprana edad comenzó a trabajar.
A los 18 años, y gracias al empleo que obtuvo en una empresa multinacional, se le presentó la oportunidad de recorrer el oriente asiático. En ese período vivió en Japón, donde conoció y vivió de cerca la cultura y el arte milenarios de aquel país.
Seis años después la compañía lo trasladó a Estados Unidos, donde se estableció, formó una familia y más tarde se dedicó de forma próspera al negocio inmobiliario.
Luego de esa experiencia de vida en otras tierras, a los 35 años y en busca de una conexión espiritual consigo mismo, volvió a Colombia y formó parte de misiones religiosas con quienes viajó por distintos países del Caribe -Cuba, Panamá, Nicaragua, Costa Rica, México-, trabajando con sectores vulnerables de la población, como adictos o personas en situación de calle.
Pasados unos años de su rol como misionero, volvió a los Estados Unidos, donde viven sus hijos, y a sus 50 años, se vio atravesado por la crisis financiera del 2008 que lo llevó a la bancarrota.
En ese momento decidió migrar a Argentina, donde se encuentra radicado desde 2011, trabajando en Buenos Aires como Terapeuta en Medicina Bioenergética, formación que fue desarrollando durante toda su vida desde diferentes aspectos.
Después de unos años de vivir y trabajar en nuestro país, Guido descubrió su pasión por la pintura. Dice que su conexión es un fluir de sentimientos y momentos que no lo definen como un artista, sino que una obra se compone de sólo un instante en el que toma ese papel y lo expresa a través de un lienzo.
Se considera autodidacta en materia artística.